
Un nuevo estudio revela setenta y dos variantes genéticas novedosas que son responsables del riesgo de cáncer de mama. Publicado en las revistas Naturaleza y genética natural, de estas 72 variantes, 65 son variantes comunes que predisponen a los pacientes al cáncer de mama y otras siete variantes predisponen particularmente a estrógeno -cáncer de mama receptor negativo – la subcategoría de casos que no responden a los tratamientos hormonales.
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El cáncer de mama se produce debido a las complejas interacciones entre nuestro entorno y un gran número de variantes genéticas. El componente hereditario del riesgo de cáncer de mama es el resultado de la combinación de variantes raras en genes como BRCA2 y BRCA1 que confieren un mayor aumento en el riesgo de cáncer de mama, y numerosas variantes genéticas colectivas que confieren un menor aumento en el riesgo.
Las regiones de riesgo detectadas recientemente casi duplican el recuento ya conocido, lo que hace que el número de variantes comúnmente conocidas relacionadas con el cáncer de mama sea de aproximadamente 180.
Los hallazgos del estudio son el resultado de la investigación del Consorcio OncoArray, un gran intento que comprende a 550 investigadores de más de 300 organizaciones diferentes en seis continentes. En total, se analizaron datos genéticos de 275.000 mujeres, de las cuales 146.000 ya habían sido identificadas con cáncer de mama.
Estos hallazgos se suman significativamente a nuestra comprensión de la base hereditaria del cáncer de mama. Además de identificar nuevas variantes genéticas, también hemos confirmado muchas que antes sospechábamos. Hay algunos patrones claros en las variantes genéticas que deberían ayudarnos a comprender por qué algunas mujeres están predispuestas al cáncer de mama y qué genes y mecanismos están involucrados».
El profesor Doug Easton de la Universidad de Cambridge, uno de los principales investigadores del estudio.
Al fusionar los datos epidemiológicos con otros datos del tejido mamario, los investigadores pudieron hacer posibles predicciones en la mayoría de los casos. Además, por primera vez, afirmaron que estos genes suelen ser los mismos que se modifican en los casos reales de cáncer de mama. El ADN que existe dentro de las propias células tumorales muta durante el desarrollo de un tumor.
La mayoría de las variantes identificadas por OncoArray no se detectaron dentro de los genes, sino que se encontraron dentro de las regiones del genoma que regulan la actividad de los genes vecinos. Mientras observaban el patrón de estas regiones genéticas, los investigadores identificaron que esto variaba de las regiones que están involucradas en la predisposición de otras enfermedades comunes.
Estos estudios identificaron regiones genéticas asociadas específicamente con el cáncer de mama con receptor de estrógeno positivo o negativo, lo que subraya el hecho de que estos son cánceres biológicamente distintos que se desarrollan de manera diferente.
Aproximadamente, el 70 % de todos los casos de cáncer de mama son receptores de estrógeno positivos, lo que indica que las células cancerosas contienen una proteína específica (conocida como receptor) que responde al estrógeno (hormona sexual femenina), lo que permite que se desarrolle el tumor. Sin embargo, este receptor no es transportado por todas las células cancerosas, se denominan receptores de estrógeno negativos.
Roger Milne, profesor asociado del Cancer Council Victoria en Melbourne, afirmó que estos hallazgos pueden mejorar la predicción del riesgo, tanto para los portadores de la mutación BRCA1 como para la población general. Se pueden lograr tratamientos e intervenciones preventivos más eficientes a través de una mejor comprensión de la base biológica del cáncer de mama con receptores de estrógeno negativos.
Las variantes de riesgo determinadas en los dos estudios son similares: mientras que algunas las llevan más de la mitad de todas las mujeres, otras las lleva solo el 1% de las mujeres. Los riesgos descritos por cada variante individual son inciertos; sin embargo, debido a que son comunes y sus impactos se multiplican entre sí, el efecto colectivo es considerable. Por ejemplo, los investigadores predijeron que el 1% de las mujeres tienen un riesgo de cáncer de mama tres veces mayor que el resto de la población.
Los investigadores confían en que estas disimilitudes pueden ser satisfactorias para cambiar la forma en que las mujeres se someten a pruebas de detección del cáncer de mama. En muchas regiones del mundo, la mamografía se ofrece principalmente a mujeres a partir de los 50 años; pero la detección se puede ofrecer a una edad menor para las mujeres con mayor riesgo debido a antecedentes familiares, y la resonancia magnética se puede ofrecer específicamente a aquellas con alto riesgo, que es más sensible.
El profesor Jacques Simard de la Université Laval, ciudad de Quebec, Canadá, afirmó que la utilización de información de estudios genómicos, combinada con datos sobre otros factores de riesgo que ya se conocen, permitirá una mejor evaluación del cáncer de mama, lo que ayudará a la detección de una pequeña pero importante proporción de mujeres con mayor riesgo de cáncer de mama.
Estas mujeres pueden beneficiarse de exámenes de detección más rigurosos, comenzando a una edad más temprana o utilizando métodos de detección más sensibles, lo que permite la prevención y la identificación temprana de la enfermedad. Mientras tanto, esta información personalizada también será valiosa para adaptar las modalidades de detección para mujeres con un riesgo considerablemente menor.