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Fumar puede conducir al aislamiento social y la soledad.


Un estudio reciente publicado en la revista The Lancet Regional Health (Europa) muestra cómo fumar puede estar relacionado con un mayor aislamiento social y soledad en las personas mayores, lo que implica que puede tener efectos perjudiciales en varios aspectos diferentes de su salud psicosocial.

Estudiar: Relación del tabaquismo con el aislamiento social y la soledad actuales y futuros: seguimiento de 12 años de adultos mayores en Inglaterra. Haber de imagen: NeydtStock/Shutterstock

Fumar a menudo se considera prosocial debido a su potencial para proporcionar un sentido de pertenencia social y al facilitar las interacciones sociales entre géneros y la identificación con los compañeros fumadores (este último es particularmente relevante para las personas más jóvenes).

Sin embargo, si bien se conocen bien los impactos peligrosos de fumar tabaco en la salud física, sus efectos sobre los factores psicosociales (como el aislamiento social y la soledad) no se comprenden por completo.

Investigaciones anteriores se han centrado predominantemente en la idea de que el aislamiento social/la soledad da como resultado más tabaquismo debido a diferentes razones (incluida la reducción de la exposición a las presiones sociales y contextos sociales en los que se desalienta el tabaquismo).

No obstante, tales relaciones podrían ser bidireccionales, lo que significa que fumar también puede conducir a un mayor aislamiento social y soledad. Los mecanismos subyacentes incluyen enfermedades relacionadas con el tabaquismo y problemas de movilidad física, normas sociales modificadas en torno al tabaquismo y leyes libres de humo designadas para espacios públicos, todo lo cual podría obstaculizar la participación social de los fumadores.

Un grupo de investigación dirigido por el Dr. Keir EJ Philip del Instituto Nacional del Corazón y los Pulmones en el Imperial College de Londres y el Centro de Investigación Biomédica Imperial NIHR en Londres, Reino Unido, planteó la hipótesis de que fumar en realidad resultaría en un mayor aislamiento social y soledad, y decidió explorar el tema en profundidad.

Una muestra representativa a nivel nacional

En este estudio de cohortes, los investigadores han utilizado una muestra representativa a nivel nacional de adultos de 50 años o más que viven en la comunidad, así como de sus parejas, del Estudio Longitudinal Inglés del Envejecimiento (que inicialmente se diseñó para evaluar los aspectos sociales, psicológicos, biológicos y factores económicos relevantes para el proceso de envejecimiento).

Aquí, las asociaciones de tabaquismo autoinformado al inicio del estudio se evaluaron en relación con el aislamiento social (explicado como bajo contacto social, aislamiento doméstico y desconexión social) y la soledad (con la ayuda de una escala de soledad de UCLA de 3 ítems). Esto se midió al inicio del estudio y se realizó un seguimiento a los 4, 8 y 12 años con modelos de regresión estadística específicos.

Se deben enfatizar ciertas limitaciones de la metodología, como la incapacidad de asumir causalidad ya que se trata principalmente de un estudio observacional y el problema con la generalización de los datos entre diferentes grupos de edad y culturas.

Menos contacto social y más aislamiento

Al inicio del estudio, los fumadores de este estudio tenían más probabilidades de sentirse solos y socialmente aislados en comparación con los no fumadores. Más específicamente, tenían más probabilidades de vivir solos, tenían interacciones sociales menos frecuentes con amigos y familiares fuera del hogar y tenían un menor compromiso con la comunidad y las actividades culturales.

Además, fumar al inicio se vinculó con reducciones mucho más significativas en el contacto social, aumentos en la desconexión social, así como aumentos sustanciales en la soledad a los 4 años de seguimiento a lo largo del tiempo. Básicamente, no hubo evidencia para apoyar la idea de que fumar podría ser prosocial.

Finalmente, no se ha encontrado una asociación significativa entre el tabaquismo y los posibles cambios en el estado de convivencia, y solo hubo ligeras variaciones relacionadas con la edad y el sexo. Estos hallazgos fueron independientes de todos los factores de confusión detectados (es decir, sexo, edad, clase social), así como de la presencia de diagnósticos de salud física/mental.

Relevancia para la salud pública

En el creciente cuerpo de literatura médica sobre los impactos del tabaquismo en la salud, estos resultados implican que fumar es potencialmente perjudicial para varias facetas diferentes de la salud psicosocial. Además, el estudio enfatiza la intersección de dos importantes prioridades de salud pública, que requieren mayor atención.

“Prevenir el hábito de fumar es importante, pero también es esencial prestar atención a las estrategias que ayudarán a los fumadores mayores a dejar de fumar, en particular, dirigidas a los grupos menos ricos, las ocupaciones de riesgo y las personas con problemas de salud mental donde las tasas de tabaquismo son desproporcionadamente altas”, subraya el autores de este estudio.

Aunque no se puede asumir la causalidad, y se justifica la investigación adicional, la idea sostenida por algunos de que fumar podría ser prosocial parece ser un verdadero error, con implicaciones sustanciales para la salud y el bienestar durante la vida de un individuo.

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